miércoles, 9 de julio de 2008

La bola de cristal

Cuando hablo de mis primeros años o de mis padres, me gusta insistir en que ellos no me educaron como a un niño más, mis padres me trataban de igual, me dejaban tener opinión, no me escondían de la vida en películas para niños, ni me regugiaban de la música en esas canciones tan poco buenas para el oído. Cantaba cantautores y me gustaba meter la nariz en esos libros que marcaban como para mayores que yo.

Pero de mucha de la gente de mi edad no puedo decir lo mismo y menos de las que vienen, educados en dejarse llevar, en la moda, en las marcas, en no ser menos que el otro, estudiar para ganar dinero, todos los avances no avanzan más que en hacernos gente eficiente, que compre y que vuelva a comprar para no quedar desterrado de la sociedad de mercado.

Y luego se sorprenden.

Que si el bajo nivel de la educación, que si los niños no saben desenvolverse, pero, cuanta mentira, son ellos lo que han creado, los que han hecho una y otra ley de educación a cada cual peor, restándole horas a la creatividad, son los mismos de Bolonia, los que han permitido que el mercado se apropie de las aulas, de las televisiones.

Y si, normal, somos nosotros, los de los moviles, los de la música pop descafeinada, los que huímos del reagge poniéndole un ton sin son y con mucha hormona mal controlada. Los que crecimos mientras adultos que hacían de adolescentes nos hablaban como a subnormales, los cohibidos en el sexo, escandalizados por las palabrotas. Nosotros, los educados, somos los responsables.

Si volviera la bola de cristal

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