miércoles, 23 de julio de 2008

Luego salgo

Revuelvo la mirada entre papeles, busco el mismo nombre a todos los nombres, a todas las vidas la misma historia, mi mano se contenta con mojar la ventana, mis ojos se concentran en ser la ventana y la ventana en caer fuera y mi cuerpo en distraer el golpe.

Ya no.

Mis piernas se perfilan sobre el suelo en una danza lenta hasta encontrar un lugar donde dejarse caer, la espalda sufre un tirón como cuando los bailarines cojen por la cintura a sus bailarinas y se columpia en las costillas, el cuello queda noqueado y mi cabeza le atosiga hablandole sin parar y se incomoda.

Y me incomoda.

Aunque se me afilen todas las intenciones y jueguen en corro las decepciones, aunque la gravilla del decorado empalagoso de las historias caiga de antojo en antojo y los cubra de una capa de verdad, aunque venga lo que creo que viene, deambulo por coincidencias, hablo a los tripulantes violetas de la secreta veleta, pero no mucho.

Luego salgo y la cosa cambia, creo.

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