sábado, 12 de julio de 2008

Madrid

Capaz de lo mejor y lo peor, el lugar donde eligiría vivir mis mejores aventuras y donde he vivido muchas malas, es el hogar de los compromisos que intentan abrir una ventana en la casa del despropósito y a la vez, el paisaje perfecto para las luces publicitarias, la elegancia poco elegante, es el refugio de los cobardes, la suciedad más socialmente aceptada.

Madrid nace un día tapado por la manta azul maternal del cielo, dulce, sedosa, azúcar sobre las cabezas y sus historias. Otras veces es la gris tiranía celeste la que le observa, cazadora, violenta, dispuesta a apuñalar con agua las emociones ya acuchilladas por el hombre. Pero sobre todo, late por sí mismo y se mueve con un mundo que no sabe hacia donde se está moviendo, marea a sus tripulantes que caen de camarote en camarote chocando cuerpos, poros, salivas,vida.

Es imprevisible, es una mujer, es complicada y enigmática, siempre tiene preparada una pregunta, una mala respuesta, una tarde suculenta, una noche, un dolor de muelas aliviado, un dolor de cabeza sin solución.

Pero su cintura de Cibeles, su torso como una gran vía que acaba en el la boca húmeda que calienta sol, hacen que esperemos lo misma belleza cuando nos habla que cuando la miramos. Pero como todas, nos deja claro que nadie manda en su corazón.

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