jueves, 3 de julio de 2008

Cuestión de principios

Escribir un título, a simple vista puede parecer una tarea fácil, una de esas tareas que dejas para el final, pues entiendes que el momento cumbre de tu obra será cuando una fuerza superior y universal hará que las letras se agrupen en tus cansadas meninges y por una vez en todo lo que hayas escrito, conseguirás que algo tenga sentido.

Pero, ay humano, que inocente eres a veces.

Kant, terminada su Crítica a la razón pura, debió estar minutos para crear el título, luego horas, que fueron días, que se cansaron de ser días para ser semanas, de semanas a meses y de meses, a la impaciencia de conseguir aunque fuera una palabra ínfima ante el grueso tomo. Quizás fue por eso que la personalidad de Kant fue recurriendo cada vez a la puntualidad, a la precisión y a falta de atinar con el enunciado más convincente, a darle tinto a la mente para invocar Baco.

Pero hasta es más difícil poner título a la nada, cuando creas el blog, te piden que le digas como se llama algo que ni tan siquiera es ese algo que pretendes que sea. Pero tú comienzas a pensar, con todo tu esfuerzo puesto, un nombre impactante y a la vez realista, que juegue con las palabras, que me describa y que, que, tus ojos empiezan a buscar una señal en la habitación pidiendo clemencia a los libros, al final, das con uno, que millones de blogeros han usado, pero que a tí te sigue pareciendo original e impactante.

En mí caso, Macondo, las razones, pues:

Que Macondo suene a exótico, a fruta jugosa de las que te llenan de agua dulce la boca, que mientras comes juegan los trozos con la lengua y se queda un hilillo entre los dientes.

Que si Repsol lo usa, yo lo puedo utilizar.

Que me gusta más Gabriel García Márquez que Mario Vargas Llosa. Cuestión de principios.


1 comentario:

Anónimo dijo...

a mi me sonaba a fruto tropical dulce y fibriso...pero en fin
y seran principios de incertidumbre?