viernes, 11 de julio de 2008

La poesía del orden

Hablaba hoy con Isra, un discapacitado, me comentaba las complicaciones que pasan para integrarse en el mercado de trabajo, las dificultades que tienen con su enfermedad a la hora de obtener medicinas o los problemas que se encuentran en la calle o en los edificios. Yo le decía que vivía en un sociedad donde no se distingue un ciudadano de otro, más que en cuánto es capaz de producir y cuánto es capaz de comprar a los mismos que tienen la producción. A la sociedad de mercado le da igual la integración de las personas, a los empresarios lo que les importa es tener empleados productivos, no que sean felices. Lo mismo pasa con las medicinas o los hospitales privados, una sociedad tan enferma no es capaz de renunciar a ganar dinero con de la salud de las personas, aunque eso sea darle mejores condiciones a quienes tienen dinero que a quienes no.

El caso es que todos nos cabrearíamos mucho si el estado no admitiera a personas que piensan distinto o no luchara por la integración a menos que no les diera un beneficio, pero, en cambio, un empresario, con poder sobre un número de personas lo puede hacer y a nadie le parece raro. Oía decir una algo parecido a Luis Alegre y se la comente a mi padre, que me dijo una cosa interesante, el mundo va a convertirse en lo que era antes de la ilustración, pero con empresas y digo que me parecía suculenta la idea al menos, pues esa sociedad acabó precisamente con un sistema que pasa a ser lo mismo y que ha olvidado a la ilustración.

Y es que la ilustración no es otra cosa que darle participación a la razón en todas las decisiones, dejar que haya centros en los que la razón decida, darle al parlamento un lugar donde una sociedad culta se exprese, no secuestrarlo con los intereses de las empresas. Dar participación a la razón sería darse cuenta de que de verdad tiene que haber un compromiso con los discapacitados y que es posible sin que la economía se altere diciendo que buscar hacer un poco más fácil la vida a minorías sin que sea rentable no tiene sentido.

Que los colegios tengan dinero para integrar a niños discapacitados, que haya espacios donde se relacionen, que puedan tener un trabajo, que los padres de los hijos con este tipo de enfermedades no tengan más complicada la vida en una sociedad mal criada y egoísta, son cosas que pedimos al gobierno, pues, como bien entendemos, el estado, es la voz de nuestra voz y el único que actuara para todos. Pero no se puede hacer eso en una sociedad que defiende que el estado no ha de tener más poder que el de servir a las empresas.

Esperemos que un día nos demos cuenta de que es posible otra manera de producir, que no sea la acumulación de unos pocos y los que hacen que esos acumulen, que es posible una sociedad donde tengamos más tiempo para no matar al planeta o engañarnos buscando cambiar un coche por mojarlo todo.

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